Asumiendo el riesgo de ser despreciados por teatreros puros y por responsables institucionales que entienden la cultura como un fenómeno estético y aséptico, decidimos, como diría Blas de Otero, «tomar partido hasta mancharnos». Y aunque el teatro de compromiso social no esté de moda, díganme que hicieron Shakespeare, Ibsen, Brecht, Koltés o Rodrigo García.